En el Athletic Club de Bilbao, pocos nombres han generado tanto debate y admiración en los últimos años como el de Iñaki Williams. Su figura es sinónimo de potencia, constancia y velocidad. No hay partido en el que su capacidad de desmarque y sus carreras al espacio no representen una amenaza para cualquier defensa rival. Para los seguidores rojiblancos, que a menudo se agrupan en San Mamés vistiendo orgullosamente sus camisetas del athletic de bilbao baratas, Williams encarna la modernidad dentro de un club que se caracteriza por su tradición y filosofía única de cantera.
Desde su debut en 2014, Iñaki se consolidó como uno de los jugadores más veloces de LaLiga. Estudios de rendimiento han llegado a registrar picos superiores a los 35 kilómetros por hora, cifras comparables con las de los delanteros más rápidos del continente. Pero más allá de la velocidad pura, lo que lo distingue es su capacidad para repetir esas carreras una y otra vez durante los 90 minutos, mostrando una resistencia física extraordinaria. Esa virtud ha permitido al Athletic mantener un estilo directo, donde la salida rápida al contragolpe encuentra en él a su principal arma.
La eficiencia de Williams frente al arco rival, sin embargo, ha sido tema de análisis y crítica. Aunque nunca ha sido un goleador prolífico como otros delanteros de LaLiga, su aporte se mide en cómo condiciona a las defensas contrarias. En numerosas ocasiones, los centrales deben retroceder más de lo habitual para cubrir sus desmarques, generando espacios para futbolistas como Oihan Sancet, Iker Muniain o su hermano Nico Williams, que aprovechan esos huecos para crear ocasiones de peligro.
En la temporada 2022/23, Iñaki demostró una evolución en su definición. Si bien no alcanzó cifras de élite, logró mejorar sus porcentajes de conversión, especialmente dentro del área. Su capacidad para mantener la calma en los mano a mano y la incorporación de remates más precisos desde media distancia le permitieron ampliar su repertorio ofensivo. Además, su asociación con Nico ha dado lugar a una dupla temible, en la que la química familiar y la complementariedad de estilos han multiplicado el potencial ofensivo del equipo.
El trabajo defensivo de Williams también merece destacarse. Bajo la dirección de Ernesto Valverde, se le ha visto presionando la salida del rival con intensidad, recuperando balones en campo contrario y desgastando a los defensores en la salida. Esa entrega convierte a Iñaki no solo en un delantero de referencia, sino en un jugador total, comprometido con la filosofía de esfuerzo colectivo que caracteriza al Athletic.
La afición bilbaína valora en él no solo sus cualidades deportivas, sino también su compromiso con la camiseta rojiblanca. En un fútbol cada vez más globalizado, que un jugador de sus condiciones haya decidido permanecer en el club a lo largo de su carrera representa un acto de fidelidad que conecta profundamente con la identidad del Athletic. Cada gol, cada carrera y cada celebración en San Mamés son símbolos de un vínculo que trasciende lo puramente deportivo.
En definitiva, Iñaki Williams es mucho más que velocidad y goles. Es un líder silencioso, un referente de constancia y un ejemplo de lo que significa ser parte del Athletic Club. Y aunque las críticas por su efectividad puedan surgir de vez en cuando, lo cierto es que su impacto va mucho más allá de las estadísticas. En cada encuentro, su sola presencia condiciona partidos y eleva a sus compañeros. Esa es la esencia de un jugador especial, que se ha ganado a pulso su lugar en la historia reciente del club. Así lo reconocen los hinchas que, jornada tras jornada, se agrupan en la Catedral para animar a su ídolo y transmitir la pasión rojiblanca, muchas veces representada en símbolos sencillos, como sus camiseta futbol baratas, que refuerzan la unión entre afición y equipo en torno a un mismo sentimiento: el orgullo de pertenecer al Athletic.