”, gritó otro. Veníamos con una adrenalina tremenda en el micro… Y encima, cuando estábamos llegando, nos agarró una loma de burro, el colectivo pegó un salto, cayó, y se quedó muerto ahí, a unos 700 metros de la cancha. Yo me tenía que infiltrar el dedo y Canuto, el empeine, veníamos jugando infiltrados, y cuando pregunté por el doctor, uno gritó: “No, el doctor está en Guayaquil, no viajó”.