En 1971 jugó la final de la Recopa de Europa contra el Chelsea con un brazo en cabestrillo. Forjó gran parte de su leyenda cuando jugó la final de la Copa del Rey (entonces del Generalísimo) de 1968 con 40º de fiebre y una clavícula rota. Fue capitán del Madrid durante cuatro temporadas, supliendo a Amancio. Por la época del blanco y negro no era algo extraño.